martes, julio 31, 2012


Chiachio & Giannone
Bordatón
por Paola Maurizio
Chiachio & Giannone & Piolín nos llevan a recorrer el mundo y sus épocas en una maratón-bordatón de hilos y porcelana.
El primer impacto ante Bordatón es el color intenso, sedoso de los hilos, el despliegue de texturas y los reflejos de la porcelana. Una visualidad intensa. Sin embargo, a medida que la muestra se abre, aparece en el espectador la conciencia de que hay tanto dicho y no dicho en ese gran texto sin palabras, que será necesario ir despejando ideas para encontrar líneas que permitan ordenar el pensamiento. De modo que vamos por partes…
En primer lugar están las imágenes. Cálidas imágenes de esta familia de tres miembros que exhibe como si fuera un álbum de fotos familiar, sus recuerdos y fantasías (o recuerdos de fantasías), en el que, como nuevos Zelig, se van mimetizando con las situaciones, los lugares y los tiempos. Casi se podría escuchar un relato imaginario: –Esta es de cuando fuimos andinos y Piolín le ladraba a la luna los colores del incario… –Esta es de cuando fuimos leñadores, una mañana fría… –Esta es…, tal vez en un living donde los ekekos-teteras, las guirnaldas y los adornos de porcelana contribuyen a construir un relato del recorrido de una historia de amor a través del tiempo y del espacio.
Luego están los materiales, los hilos, las telas, la porcelana de los ekekos y los abalorios, los peluches que subyacen por debajo de los bibelots alineados en la prolija repisa blanca. La elección de cada uno de ellos no es azarosa: cada material es el necesario para una obra que lo demandaba con urgencia. Entonces, las telas, los hilos, los motivos… todo va buscando y encontrando su lugar exacto.
Entrelazando estos elementos –motivos y materiales– están las técnicas del bordado y la porcelana, y esto no es un detalle menor. El bordado en la paz del hogar ha sido, a lo largo de la historia, una actividad mediante la cual, las mujeres llenaban los largos tiempos de espera y encierro con un hacer que permitiera escapar de los peligros del ocio.
El bordado silencioso o acompañado de lecturas y oraciones; el bordado en compañía, más que un trabajo manual es un ritual de construcción puntada a puntada que incluye el tiempo. Es una tarea que a veces requiere atención minuciosa; pero otras veces, en los largos tramos de superficies monótonas, permite un dejarse ir casi en trance, en un estado meditativo.
Cuando el bordado se transforma en el medio elegido para producir una obra de arte no solo por su resultado visual sino un como ritual, el proceso de producción se transforma en parte de la obra. Cuando el/los artistas eligen bordar en lugar de pintar o fotografiar o filmar están estableciendo un manifiesto. Por eso la obra de Chiachio & Giannone no es solo la que está colgada en la galería, o reposando en las repisas. Su obra también es el desayuno, las horas bordando, las decisiones, las cajas de hilos, los alfileteros, la casa donde viven y trabajan. Finalmente, han logrado fundir arte y vida y la muestra deja un resabio de amor y felicidad.


Nota publicada online - Lunes 30 de Julio, 2012




martes, julio 24, 2012


"Bordatón" de Leo Chiachio y Daniel Giannone  
por Ariel Schettini


SAUNA Revista de Arte
Año 2 - Nº 22




Pero el valor es el mejor matador, el valor que ataca: éste mata la muerte misma, pues dice: «¿Era esto la vida? ¡Bien! ¡Otra vez!» F. Nietszche.


Hay varios motivos que hacen de la exposición de Chiachio Giannone una de las más importantes y complejas del año.
Se trata de una pareja de artistas que hace un trabajo en colaboración disolviendo sus propios nombres, técnicas y experiencias en una obra conjunta. La historia del arte tiene una lista bastante copiosa de esa colaboración en todos los campos de la práctica. Pero en cada caso se trata, obviamente de un plan específico.
En este caso la muestra consta de una serie de autoretratos de ambos participantes bordados en telas de índole diversa.
Algunos son una tela lisa, algunos tienen el reverso forrado, algunos muestran los hilos del proceso de bordado… En fin, es como si exploraran una serie diversa de trabajar con el material. Lo que es constante en esas exploraciones es la figura, siempre central del matrimonio que se retrata y el lugar siempre inferior y privilegiado del perro en ese matrimonio.
Son una familia. La familia argentina; o quizás podríamos decir, la nueva familia argentina. El bordado de la tela construye una trama que, como dice María Moreno en el catálogo de la muestra, “rehace la tela completamente”.
Es decir, son una trama “sobreimpuesta” sobre la trama. Tanto es así que hay algunas obras que permiten ver el tipo y la textura de la trama sobre la que superpuso esta.
Dicho de otro modo, se trata de la representación de una familia bajo la idea de una trama que al mismo tiempo tiene una trama anterior dibujada, bosquejada, sobre la que los Chiachio Giannone, reconstruyen su propia idea de la tela y de la trama, claro.
A esto también podríamos agregar: los retratos de esa nueva familia argentina, tienen como parte de su vestuario y su paisaje una serie de estereotipos de la cultura latinoamericana y de la cultura gay. Es decir ponen en el centro de su observación las dos formas estereotipadas de la subcultura, de las culturas marginales, diferentes, subnormales, subdesarrolladas, antinaturales, alternativas, etc…
Chiachio Giannone son, alternativamente, los coyas  en la Latinoamérica exuberante y las locas en un despliegue de erotismo soft gay.  Alrededor del universo familiar de Chiachio Giannone y el animal doméstico, aparecen papagayos, camalotes, rios caudalosos desiertos, santos latinoamericanos; o su correlato, una serie de imágenes de hombre musculosos con torsos desnudos, pantalones cortos de jean, clasificados del mismo modo que aparecen en las prolijas ofertas de imágenes porno de Internet: bomberos, policías, all american cowboys,  etc.
Ahora bien, el feminismo y otros movimientos sociales de diversos niveles (político, académico, institucional, etc.) ha llevado a cabo desde hace casi dos siglos una crítica feroz a esa estructura familiar jerárquica que Chiachio Giannone representan.
Se trata de las imágenes de la represión, la fijación de modelos y la inflexibilidad de identidades más nuclear que han visto las sociedades. Desde Engels hasta el sufragismo, desde Levi Strauss hasta Simone De Beauvoir, la estructura de la familia y su división de las tareas es el pináculo de la crítica a la sociedad moderna.
Pocas experiencias en el arte contemporáneo lo hacen del modo en el que lo muestran Chiachio Giannone. Ellos se disuelven hasta la indiferencia (en sus nombres, en su presentación social como artistas, en su arte) para mostrar una nueva cara de la conflictividad social. Son los primeros artistas post-gay.
Alguien ha intentado comprarlos con Pierre et Gilles, pero la comparación es meramente prejuiciosa, sostenida en el monomanía de una supuesta “tradición gay”, o algo por el estilo, que al verdadero arte no le importa mucho. Pierre et Gilles, se confinaron cómodamente al universo de la pornografía, su público y su nicho (y, en ese sentido definen el espacio de la cultura gay hasta los años 80). Chiachio Giannone, inversamente, atacan el centro del debate social argentino y latinoamericano del presente.
En su caso ellos muestran algo ominoso del modo en el que la sociedad “incorpora” (subrayo) los vínculos eróticos o artísticos. Todos sabemos que detrás de la foto familiar, detrás del retrato doméstico acecha un universo de afectos, sentimientos, luchas por el espacio, vínculos económicos perversos, en fin la ideología del presente.
Ellos lo muestran en la trama y en el revés de la trama. Ellos muestran esa pérdida del cuerpo del individuo sumergido en la familia, hasta el punto tal que a veces se trata de un juego en el que hay que “descubrir” a los retratados en una maraña de hilos de colores que se destacan tanto como se funden en el paisaje que los contiene. Pero también podríamos haber elegido entrar a su pobra por el otro extremo. La erosión sobre el sistema de representación de “lo latinoamericano” y su espacio asignado en el mundo del arte contemporáneo como parte de una mirada piadosa y normalizada dirigida al subalterno.
En el otro extremo de la exposición, Chiachio Giannone exhiben una serie de “peluches” (así se llaman) hechos de porcelana. Sin dudas se trata de los “otros” integrantes de la familia. Los papás creando juguetes para su prole que, como en el caso de las muñecas de Roberto Arlt en sus Aguafuertes,  son tan frágiles, que no sirven para jugar. Son un puro objeto estético. Es decir están para que se vea su función mutilada, justamente para no ser mutilados.
Son objetos destinados al juego, pero si se les diera ese destino, es decir el juego, son tan frágiles, que desaparecen.  De modo que son como objetos sin salida. Quedaron atrapados entre su forma estética y su función social. Son, vistos desde toda perspectiva, imposibles. Es decir en el otro extremo del material (la docilidad maleable del hilo, hasta la rigidez frágil de la cerámica). Nuevamente, sería muy fácil adosar esa experiencia a las exploraciones de la textura de Jeff Koons,  pero en el universo de Chiachio Giannone lo importante es otra cosa. Es una cierta mirada de ternura con la que se observa una contradicción social insalvable.
Detrás de un  trabajo de elaboración artesanal (unos ekekos en la entrada nos anuncian que lo que veremos es parte de la experiencia de la artesanía folklórica), Chiachio Giannone nos observan mudos o espantados, con los ojos abiertos mirado a eso que miramos en el retrato familiar, a ese progreso, a esa ideología, a esa trama hecha de pequeños hilitos pero que poco a poco se transforma en todo el universo, a esa especie de locura que es la vida conyugal y sus efectos más ácidos sobre nuestro cuerpo: lo ominoso. Una de las telas sobre las que está bordada una de las obras es una lona de camuflaje de guerra.
La imagen freudiana de lo siniestro que es al mismo tiempo lo familiar. Lo más cotidiano vuelto extrañeza. El límite y, al mismo tiempo el centro de la experiencia social, mostrada en su revés: lo que hacen estos dos sujetos (hasta no hace mucho, estos dos pervertidos, estos dos repugnantes, estos dos degenerados) con el género. Imaginémoslo: Juntan hilitos, los ovillan, los hacen los comparan, los compran, van juntos a la fábrica de hilado, eligen las mejores calidades de bordado, evalúan ñandutí y manteles, juegan con su perro, se reparten las tareas, miran pornografía, la coleccionan, etc…
En fin; es la familia argentina que nos observa. ¿No es acaso la familia el lugar del impudor máximo, el espacio del exhibicionismo extremo? Se la exhibe sin pudor porque no hay nada que pueda ocultarse de ella en nuestra sociedad, sus reglas son tan íntimas como severas y su modo de funcionamiento tan estricto como maleable. Eso es la familia, ahí está: los hilos dóciles entramados de una narración y la rigidez endeble de la porcelana. 
Chiachio Giannone nos lo muestran en una exposición como unos extraterrestres que llegan recién a la tierra y en sus ojos de tela nos miran del mismo modo que cuando el profeta vio hacia atrás y vio la vida.
¿Esto era la familia? ¿Esto era América Latina? ¿Esto era el matrimonio? Bien. Otra vez.
Nota final.

Voy a la muestra. Me encuentro con los artistas. Hablamos de cosas varias, entre ellas un comentario que me hizo David Leavitt sobre la muestra. A los que uno de los dos artistas me comenta: “Lo que más me interesó de haber leído a Leavitt es que fue el primer escritor que habló del mundo gay incorporándolo a un ambiente familiar.” Aha, pensé. Tomo nota.




viernes, julio 06, 2012


Chiachio & Giannone: arte mayor con el bordado de la abuela

Exuberantes y vitales, los artistas retoman el hilo, la aguja y la porcelana para crear una obra en que lo culto y lo popular son uno. En la galería Ruth Benzacar, hasta el 10 de agosto. 

POR M. S. DANSEY



Chiachio & Giannone son dos artistas exuberantes como una madraza italiana. Cualquiera de estas telas -¿cuadros bordados?- delatan horas, días, meses de trabajo persistente y callado. Se escucha la televisión de fondo, el cotorreo infinito de las conversaciones, las carcajadas –trabajan con ayudantes y reciben amigos todo el tiempo, sin por eso largar la aguja y el aro– pero más allá de estas estridencias, que obviamente se traducen en la obra, la muestra en la galería Ruth Benzacar trasmite tranquilidad hogareña. La pareja tiene un hijo-perro, Piolín, un salchicha negro de ojitos brillosos. Se lo ve contento, abrigadito y bien alimentado. Los tres aparecen retratados en distintas secuencias de una vida fantaseada: en la cama con gorros de lana y mitones, en la selva con flores, pájaros y monos, en un altar mexicano, en medio de una ciudad en llamas rodeados por un ejército de bomberos con los torsos desnudos. Hay en todas las escenas un exceso vital que hasta el infierno más temido resulta optimista.
Leo Chiachio (Buenos Aires, 1969) y Daniel Giannone (Córdoba, 1964) se conocieron hace diez años en el balcón de la casa de un amigo, durante una fiesta. Cada uno por su lado, los dos bordaban. Fue el punto de encuentro. Obviamente, esa misma noche se besaron. Desde entonces viven y trabajan juntos. Su primera obra de a dos fue –en Estudio Abierto en Harrods, 2003– un viejo colchón matelaseado, con la imagen de los dos durmiendo juntos, abrazados, rodeados de sapitos y vaquitas de San Antonio de plástico. No habría mejor portada para este cuento de hadas queer y tercermundista.
La tela más grande en la sala es un gobelino de casi tres metros por cinco de largo. Técnicamente no es un tapiz porque no fue tejido. Podría decirse que es una tela reprocesada. Sobre las bases textiles, que pueden ser paños antiguos o estampados sintéticos, se ejecutan distintas técnicas de bordado, algunas experimentales, incluso superpuestas en capas, que terminan por configurar un nuevo tipo género. Muchas de estas técnicas las aprendieron de Alicia, la presidenta de la Asociación de Bordadoras Argentinas, una gran amiga que murió el año pasado y con quien se pasaban tardes enteras bordando y charlando. Ella solía decirles que habían llevado este arte menor a la categoría de gran arte. Ellos le enseñaron que un error puede hacer especial a un trabajo.
Ahí no queda la cosa. Porque si al rescatar este artesanado típicamente femenino se pretendía poner en cuestión las jerarquías estéticas y sociales, era necesario probar la tesis en otros ámbitos. La muestra se completa con un conjunto de piezas de porcelana que realizaron durante una temporada de trabajo en la fábrica Verbano, en la localidad santafesina de Capitán Bermúdez. Durante dos meses, como cualquier obrero, los artistas concurrieron a la planta de lunes a sábado de siete de la mañana a seis de la tarde para experimentar con los procesos industriales. La serie de los ekekos, con sus ropitas de macramé, sus brazos altos en gesto dadivoso a lo Juan Domingo Perón y sus cuerpos florecidos de hazas y picos de tetera, son el sumun de la providencia; una suerte de matrimonio igualitario entre el rito pagano sudamericano y la ceremonia arribista de abuela europea.
Las estructuras y los conceptos, incluso en su altísimo grado de intensidad, vienen a decir que nada está fijo, que no hay fronteras. Hibridación total para el erotismo total, podría ser el primer mandamiento. Pasan ante los ojos los cuadros modernos, los diseños precolombinos, las películas de consumo global, los libros de antropología, los viajes por el mundo y el folclore criollo. El mundo de Chiachio & Giannone está en constante expansión como un manto vegetal que amenaza con fagocitarse hasta el último producto de la cultura humana. Abajo quedará sepultada la contraposición natural-artificial. La esencia, acá, es el encuentro. Uno en dos. Dos en uno. En ese orden alternativo, estos retratos de familia se leen como símbolo de una epopeya. Ya no importa si se proyectan como guerreros aztecas, santos cristianos, samuráis, marines, actores porno o próceres de mayo, de una u otra forma Chiachio & Giannone y Piolín serán los embajadores de una épica contemporánea.
http://www.revistaenie.clarin.com/arte/Chiachio-Giannone-mayor-bordado-abuela_0_731926981.html

Ñ - Revista de Cultura

  • Viernes 06 de julio de 2012


miércoles, julio 04, 2012

Desbordante Bordaton

CHIACHIO&GIANNONE, dupla superhéroe del bordado, acompañados por su fiel asistente Piolín, vuelven a dar puntada con hilo. Avanzan y no se cansan de bordarnos una sonrisa borbotona y desbordarnos en felicidad. Del bastidor a las mantas y manteles; de los mantos a tapices, de la pared al mundo. ¿Los nuevos Pinky y Cerebro? “Y mañana, Pinky, -promete Cerebro (o Piolín a Leo-Dani)- mañana conquistaremos el mundo”.

Kiwi Sainz.


 Chiachio & Giannone: de bordatón por la calle Mitre
Chiachio & Giannone:  montaje de "Bordatón".