jueves, septiembre 01, 2011

Artes Visuales / Museo de Arte Contemporáneo

El conmovedor arte de lo cotidiano

por Idangel Bentacourt


Un museo nunca fue tan cotidiano y tan contemporáneo. Nunca tan familiar y tan artístico. Nunca tan conceptual y tan dado a cualquier público. Todas estas cosas a su vez, es la virtud de la exposición de Chiachio&Giannnone que se inaugura mañana a las 20 en el MAC, Zuviría 90.

Ni la abuela, ni el artista experimentado, ni siquiera el perro de la casa debería perderse esta exposición de extraordinaria delicadeza y técnica. Y es que Leo Chiachio y Daniel Giannone convierten los objetos cotidianos en verdaderos estanques de culturas: al mínimo movimiento del ojo sobre la superficie, nos devuelve una historia que comunica nuestro afecto personal con un mundo diverso y desdoblado.

Este efecto se da desde la selección de los soportes, hasta las técnicas que trabajan. Porque contrario al estereotipo de “difícil de entender” que se ha encargado de alimentar el arte contemporáneo, Chiachio&Giannnone (dos nombres, un solo artista), recurren al trabajo manual, como si se tratara de un juego de corte y confección, como una clase de manualidades de esas que tomábamos en la escuela. En sus manos el tejido, la porcelana, el collage, el dibujo escolar alcanzan dimensiones impensadas, para romper con los estereotipos de lo que se considera “arte menor”, el kitsch, el “arte conceptual”, la “alta costura”, para elevarlas a una síntesis estética pocas veces alcanzada a través de un trabajo artesanal.

“Nos presentamos como paladines de las artes menores”, dice o dicen, porque no importa quién es quién, si la obra es unísona. Pero pronto señalan conscientes de la potencia artística de lo que hacen: “Lo que marca la diferencia es cuando se pone en función el pensamiento, estamos contando el mundo con estas palabras, es decir, con nuestras imágenes”, reflexionan.

Esas imágenes están hechas en tejido, sobre diferentes soportes que pueden ser, como en la serie de Kabuki, los rostros de los actores japoneses sobre los ya obsoletos pañuelos de tela de hombres; o la sábana de la abuela de una amiga, transparentada por el uso y los años, o el saco del padre que se compró alguna vez en parís, o el aguayo carcomido de un amigo.

Y sobre estos recortes de tela, el mundo aflora con libertad, se abre desde lo familiar hasta las extravagancias del Asia o el exotismo del Amazonas, todo junto allí, como una sopa global: la tela de la abuela de la amiga, la leyenda de las brujas japonesas, el perro de la familia o ellos convertidos en San Sebastián desdoblado.

Ver estos tejidos, también sus porcelanas (ekekos con estampas inglesas o de porcelana de la china), es como entrar a la casa de la abuela, adornada eclécticamente: el muñeco de porcelana junto con la máscara traída del Perú, el juego de café heredado junto a las fotos familiares. Entonces, no queda más que pensar en aquellas sopas que servían en platos adornados, cuya receta italiana se había mezclado con cierto condimento autóctono, pero que su aroma sigue siendo la estrella de nuestra memoria emotiva. ¿O era el té? ¿O algún traje con olor a naftalina con el que jugábamos? ¿O aquella postal de Roma con la Fontana de Trevi, donde pasamos una tarde entera sin haber pisado nunca Europa?

Es este sentido lúdico, el de la fantasía más íntima que nunca nos atrevemos confesar, lo que produce una cercanía sentimental y franca con la obra de Chiachio&Giannnone.

Sin embargo, nada es ingenuo, nada gratuito, ambos tienen una sólida formación en pintura, han realizado investigaciones con comunidades de Ecuador y Colombia, son dos hombres expertos en una labor históricamente femenina: el tejido. Sus obras, además, son verdaderos palimpsestos, donde símbolos culturales y afectivos se van superponiendo para crear un mundo a imagen y semejanza de las tensiones actuales de la globalización. Y todo esto hecho con una técnica “inmaculada”: “bordamos como si estuviéramos pintando”, aseguran.

Es aquí donde entra el virtuosismo técnico, el perfeccionismo con que construyen cada figura, la variación de colores en un rostro o en un vestido, como si los hilos fuera puesto como una pincelada, la combinación de diversos hilos que apenas es un detalle en todo el conjunto; la elaboración de la porcelana, una materia que pronto formará parte de la arqueología de los adornos. Todo esto permite a nuestros ojos disfrutar de un arte con innumerables referencias, lúdico, y excepcional.

Por último, en este gran estanque que se parece tanto al del patio de la casa, también se asoma Narciso: ellos, los artistas, autobordados en todas las formas, y su perro salchicha Piolín, un símbolo del que habrá que ocuparse en algún momento en la historia del arte argentino.

La exposición tiene un atractivo más, los artistas dialogan con dos obras de nuestro “Pajita” García Bes, un pionero en el uso de estas técnicas ancestrales del tejido; también invitaron al joven salteño Guido Yannitto, un seguidor de la técnica del tapiz en telar. Desde Buenos Aires también estará una obra de la importante artista Cristina Schiavi.

En fin, una exposición atractiva, acierto del Museo de Arte Contemporáneo, bajo la dirección de Claudia Lamas. Algo que nuestros ojos no pueden perderse.


Diario Punto.Uno

Sección Cultura y Espectáculos. Página 21

Salta, Jueves 1 de Setiembre de 2011.