jueves, julio 28, 2011


Chiachio & Giannone: "Los Herederos" (2009)
Diptique, 65 x 65 cm. c/u
Brodé à la main sur mouchoir.

Leo Chiachio y Daniel Giannone: Bordar los sueños

Dos hombres, acompañados por un pequeño perro, en un entorno vegetal lujurioso y florido, tal es el universo creado por la pareja de artistas argentinos Léo Chiachio y Daniel Giannone. A la imagen de Gilbert y George en el Reino Unido o Pierre y Gilles en Francia, Léo y Daniel son su propio tema artístico. En su caso, ni la cámara fotográfica ni los pinceles, escogieron bordar sus historias, sino que es la aguja quien lleva el ritmo sus vidas desde su encuentro en 2001. Un encuentro tanto enamorado como artístico. Después de haber seguido, cada uno por su parte, una formación artística en pintura, desearon apartarse del camino académico para orientar su trabajo sobre el bordado y otras prácticas tradicionales. Dicen:

Decidimos en aquel momento pintar con hilos. Trasladar nuestro oficio de pintor a los terrenos más secos del bordado, expandiendo sus propios límites. Así comenzamos a bordar. Nuestros bordados simples se fueron complejizando cada vez más, tanto en la calidad de sus puntos como en el concepto trabajo, en sus texturas, hasta comenzar a tomar volumen.

Más adelante, juegan con los límites y las fronteras entre arte-artesanía, centro-periferia y moderno-tradicional. Leo y Daniel formulan una iconografía extraordinaria, tomada de sus sueños y de sus esperanzas. Evolucionan en un mundo apenas imaginario en el cual pueden vivir y expresarse libremente. Les gusta desarrollar un arte en el margen y deconstruir las ideas recibidas y transportadas en vehículo desde la Antigüedad sobre el bordado. Sus reflexiónes y sus elecciones artísticas se inscriben en la herencia del arte feminista y queer, el cual, desde los años setenta procede a una reactivación y a una reactualización de las prácticas textiles tradicionales desaparecidas del campo artístico. Numerosos artistas que forman parte de minorías (sociales, sexuales y raciales) se han interesado por las "subculturas" hasta ahora burladas o simplemente ignoradas por el mundo del arte. Un conjunto de "subculturas" que progresivamente se hizo una contracultura de resistencia frente al mainstream patriarcal. Se apropiaron de las técnicas habitualmente asociadas con la utilidad, lo doméstico, lo femenino, la calidad del aficionado y las culturas pensadas como "primitivas". La aguja se hizo el símbolo de la contracultura. El estereotipo ancestral se transforma entonces en instrumento de transgresión, de provocación y de liberación. La costura o el bordado no son solamente prácticas domésticas femeninas, sino que traducen de ahora en adelante la lucha contra las prescripciones patriarcales y el machismo. Con hilo y aguja, Léo y Daniel crean un mundo ideal donde toda la gente tiene su sitio. Un mundo sin barreras, sin juicios y sin discriminaciones.

Este mundo, nuestro mundo, del cual decimos hablar es un mundo posible de habitar. Un mundo en donde los protagonistas son dos hombres y un perro que juegan con total libertad como niños siendo adultos. Y en este universo decidimos crear un paisaje que nos guste ocupar, una naturaleza que podamos crear a nuestro capricho, Buenos Aires es muy gris, nosotros le ponemos color.

Leo y Daniel trabajan cada día, se encuentran alrededor de una gran mesa y bordan incansablemente discutiendo, escuchando música o mirando la televisión. Sus discusiones están principalmente basadas en el cuento de sus sueños que transponen en sus obras. Sueños de los que son siempre protagonistas. Basan sus obra no sólo en sus vidas, sus experiencias personales y sus sentimientos, sino también en la historia y la cultura sudamericana. Particularmente sobre las costumbres y prácticas tradicionales indias. Así como en la serie bordada titulada Los Herederos (2009) la cual presenta varios retratos de los artistas disfrazados de indios. Léo y Daniel acentúan la riqueza de sus trajes con la utilización de una paleta increíble de colores. Están engalanados de las joyas más bellas y evolucionan en un universo idílico donde se cruzan los hombres, las flores y los animales. Ambos artistas rinden homenaje a estos pueblos ancestrales, los cuales han sido molidos por la historia colonial.

Estos herederos podemos ser cualquier de nosotros. En este caso somos nosotros los que portamos la ornamentación de aborígenes de diferentes culturas. Aborígenes que eran y son los herederos de la naturaleza, que está ahí y aquí, delante nuestro para tomarla y servirnos de ella ; pero también para construirla, acrecentarla, enriquecerla. Una herencia que nunca termina, que siempre crece. Una herencia que no debería saber de acumulación, sino de crecimiento. En nuestra fantasía, y en nuestra manera de estar parados en el mundo, al tomar la piel de estas culturas es una forma de mantener con vida nuestra cultura, nuestra historia, nuestros recuerdos y nuestra identidad.

Leo y Daniel, se consideran uno, una entidad artística en la que las competencias de cada uno son aprovechadas por una obra común. Sin embargo un tercer personaje viene para completar la tríada, se trata del perro Piolín. Un teckel cuya figura es recurrente en sus obras. Piolín es el tercer miembro de su familia. Léo y Daniel le consagran un amor desmedido. La prueba está allí con la creación del Museo Piolín, cuyas obras regularmente son expuestas en América Latina.

Piolín tiene una colección de arte y como toda colección necesita de un museo que la albergue. Más de cien artistas (representantes de todas las disciplinas : pintura, dibujo, fotografía, cine, escultura, etc.) realizaron obra y se la donaron a Piolín. Así nace el Museo Piolín, conocido como MUPI. En estas obras el protagonista es Piolín. Toda la obra hace referencia directa a su imagen o a algún aspecto de su vida. El tamaño de cada obra no puede exceder el tamaño de su coleccionista, Piolín.

Esta pareja artística desarrolló desde hace una década un universo fantasmagórico donde se entremezclan sueños, esperanzas, crítica y política. Preconizan ante todo la libertad, el amor y la igualdad. Con sus agujas, Léo y Daniel tratan finamente la homosexualidad, las minorías étnicas, la prácticas tradicionales que urge sacar del olvido y las barreras técnicas existentes entre el arte y la artesanía.

Julie Crenn (noviembre 2010).