martes, junio 21, 2016


La Nación.  Moda
9 junio 2016

Chiachio&Giannone: oda al bordado en manos de artistas

Por María Paula Zacharías.  
Leo Chiachio y Daniel Giannone se declaran pintores, pero hace años que trabajan con la técnica del bordado más excelso, una oda a la labor manual, el tiempo entre costuras, el preciosismo de los géneros y el virtuosismo de las manos. En la galería Pasaje 17 (Bartolomé Mitre 1559) muestran sus trabajos más grandes y un libro sobre su obra. “Perseguimos algo tautológico: hasta dónde llevar el bordado”, dice Chiachio.
Chiachio & Giannone: "HeArt Breakers"
Sus telas son siempre autorretratos de esta pareja de artistas con sus mascotas, tres perros salchicha y el gato Doménico, a los que les dedican un altar con ofrendas y bombitas de luz tejidas al crochet. Pueden pasar tres años bordando un mismo paño a cuatro manos. En esta exposición, que cierra mañana, comparten sus procesos. Revelan sus secretos o memorias, que es la manera de registrar códigos de colores y de puntos (punto francés, cadena, pespunte, punto colcha…) que trazan durante cada trabajo. “Hacemos varias obras a la vez y viajamos en el medio, entonces necesitamos ir anotando”, cuenta Giannone. También muestran el reverso de sus bordados, donde aparecen nudos y puntadas largas: “Es una imagen no controlada. Su ingeniería. Es muy pictórico”.
“Hace tres años que no mostrábamos en Buenos Aires nuestro recorrido artístico. Para nosotros también es interesante, porque hay trabajos que los vemos por primera vez desplegados, como Selva Blanca (4,60 x 2,85 metros), que habíamos visto una vez en la última Bienal Textil de Holanda. En nuestro taller no tenemos el espacio necesario para verlo. Acá lo tenemos todos los días a la vista y vamos redescubriéndolo, en complicidad con los espectadores”, dice Chiachio. La obra, en la que los artistas parecen monos, está inspirada en empapelados del siglo XVIII que vieron en una exposición en el Petit Palais en París. Incluye al perro mayor de la casa, Piolín, y homenajes a referentes como Sonia Delaunay. Su público no es sólo de entendidos de arte contemporáneo. Hay señoras bordadoras que salen del supermercado de enfrente y pasan con sus bolsas de compras a mirar sus trabajos una vez más y contingentes de alumnas de cursos de labores que pasan a admirar sus proezas de aguja e hilo. “Vengo siempre que puedo”, confiesa una admiradora.
Los bordados se generan sobre la marcha, y a veces se inspiran en los estampados de telas de base. Ahora están incluyendo sus propias serigrafías. “Hacemos nuestros propio pattern. Partimos de nuestros dibujos, lo pasamos al shablon, entintamos, imprimimos… y después bordamos”, cuenta. Reciclan sábanas porque les resulta difícil encontrar buenos algodones. “Siempre tienen un poco de poliéster”, dice Giannone. Otras veces parten de pañuelos antiguos, toallas de lino y otros tesoros. “Recibimos por ejemplo el ajuar de una familia patricia argentina, que la bisnieta se hartó de todo: baberos, trajes de bautismo, pañuelos. El otro día, después de una votación familiar, nos regalaron un mantón de Manila dorado”, cuentan. Pueden pasar años hasta que los conviertan en obra. Quienes se los confían saben que están en buenas manos: “Nunca nos preguntan en qué lo convertimos”.
Publicado en La Nación, Moda, 9/6/16.

"Aquí me quedo". Buenos aires. 
CHIACHIO & GIANNONE: A VIDA BORDADA A QUATRO MÃOS

Autorretratos, viagens, sonhos, influências, memórias, amores. A vida. Conheçam o Monobordado de Chiachio & Giannone. Até o dia 9 de junho, na Galeria Pasaje.

Por Gisele Teixeira. 

É Daniel Giannone (à esquerda, na foto ao lado), quem me mostra: aqui o Leo não tinha nem barba!  Então me dou conta que o bordadofunciona para eles como um diário, um registro da vida a dois, feito a quatro mãos.
Quase todos os trabalhos trazem autorretratos de ambos em diferentes momentos e situações: disfarçados de índios guaranis, de samurais japoneses, de bombeiros. Não há espaço em branco nas tela. Tudo é excesso, contado com pontos clássicos ou inventados.
“Bordar-se” todo o tempo me deixou fascinada.
Uma das peças da nova fase é esta que aparece na foto, Selva Blanca, um bordado gigante (4,60m x 2,85m) que levou mais de dois anos para ficar pronto. Faz parte da exposição Monobordado, que vocês podem visitar até o dia 09 de junho, na Galeria Pasaje, em Bartolome Mitre, 1559.

O processo

Eles atuam de forma conjunta desde 2003, ou seja, bordam as mesmas peças. A primeira que fizeram juntos se chamou Hechizo (Feitiço, em português), em 2003, um colchão de lã que resgataram de um motel. Não pararam mais. Daniel conta que não há muitas controvérsias. “Sempre são decisões tomadas a dois e geralmente estamos trabalhando em mais de uma obra, para não enjoar, vamos nos revezando”.  Quem vê de fora não identifica o ponto de um ou de outro. Agora são Chiachio & Giannone.
Eles são também um dos primeiros casos de união civil entre pessoas do mesmo sexo na Argentina e, ao combinar vida e arte dessa maneira, acabaram por dissolver os limites entre ambas as esferas. Mas o nome Monobordado, no entanto, não vem daí, de ser “um”. “As obsessões é que são sempre as mesmas”, diz Daniel. O amor, a as memórias de viagens, o jeito irreverente e divertido, a nova família argentina.
“O bordado ocupa um lugar na memória, sempre há um relato. No nosso caso, falamos muito dos novos paradigmas da família. Falamos de dois homens que são um casal e constroem uma vida de trabalho e afetiva juntos”.

 A cozinha do bordado

Uma das coisas bacanas desta exposição é que eles decidiram mostrar o backstage do bordado. Como começa a obra, como marcam as cores das linhas, como definem os pontos e até o avesso, o que eles chamam de “parte incontrolável” do trabalho.
Daniel aprendeu a bordar quando criança, num colégio de freiras, na província de Córdoba, e mais tarde ensinou a Leo. Ambos vêm de uma tradição pictórica e decidiram deixar óleo e o acrílico pelos fios, que utilizam quase como pigmentos, criando luzes e sombras e dando a sensação de volume. Vistos de longe, é difícil detectar a técnica usada em seus trabalhos.
“Ao usar técnicas reservadas até então ao gênero feminino e, em alguns casos, ao mundo infantil, resgatamos o artesanal, o ofício, e celebramos o fato de os homens também poderem ingressar a este mundo com absoluta liberdade”.



Ramona


Que sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para ir a jugar

por Ana María Labuntés.

Arroz con leche canción que nos recuerda a nuestra niñez, el bordado realizado por las manos de Chiacho&Giannone sacude nuestra imaginación llevándonos a lugares insospechados. Así nos presentan en la Galería Pasaje 17 una serie de sus últimas obras textiles bordadas a mano, exposición titulada Monobordado.

Estos artistas argentinos que ya han exhibido y ganado premios en el exterior como: “Les nouvelles verdures d´Aubusson” Appel à création 2013. Cité International de la Tapisserie et de l´art tissé . Segundo Premio. Aubusson. Francia. “Premio Igualdad Cultural en la disciplina Artes Visuales”. Otorgado por el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, conjuntamente con la Secretaría de Cultura de Presidencia de la Nación Argentina entre otros.
El bordado que aún es considerado como un arte menor o tal vez decorativo, en manos de Leo y Daniel adquieren una jerarquía artística de excelencia. El laborioso trabajo que lleva esas telas de grandes dimensiones, muestran un exhaustivo trabajo de equipo desde la concentración hasta la destreza.
La selección de colores primarios fuertes vibrantes y contundentes, nos evocan a los textiles claramente latinoamericanos. Estas labores tan presentes en nuestra historia, arraigadas en nuestras tradiciones, realizadas por las manos de Leo y Dani nos resultan gratas dado que se han agiornado mostrando una faceta más actual sobre el bordado. Teniendo en cuenta que lo efímero es lo que nos rodea, es un lujo que estos artistas sigan rescatando esta técnica y apuesten a ella para sus exhibiciones.
La temática familiar, despojada de dramatización, le da un aire fresco, para que el visitante disfrute de esta exposición.

MONOBORDADO,

EL LIBRO ANTOLÓGICO DE CHIACHIO&GIANNONE

Lanzamiento libro "Monobordado" 
de Chiachio & Giannone. 
Editado, diseñado y publicado por Galería Pasaje 17. Arte Contemporáneo
ArteBA 2016 - Isla de Ediciones 
Mayo 2016

Ramona

Monobordado de Chiachio & Giannone

Texto coral de los alumnos de la Maestría en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas UNDAV en CIA.
Panzada de Leo y Dani nos dimos el finde pasado alumnos, profesores y amigos de Maestría en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas UNDAV en CIA.
Primero hicimos los deberes: leímos los textos críticos luminosos, certeros y desopilantes de María Moreno y Ariel Schettini sobre la obra monomental de Chiachio&Giannone. En la galería Pasaje 17, dirigida por Mariana César, nos esperaban los “gemelos monocigóticos imaginarios” (María Moreno) para regalarnos un viaje por su Monobordado. Conocimos cocinas, secretos, pespuntes y dobleces de su vida-y-obra, que en ellos es cinta de moebius. Disfrutamos admirados, nos reímos mucho y tomamos notas encendidas. A la mañana siguiente del sábado, todavía en estado vibrante de obra, el Dr. Adrián Cangi, director de la Maestría y profesor de Estéticas Contemporáneas 1, coronó la movida con cuatro horas de clase non stop reflexionando entre la vidaobra Ch&G.
Quedamos desbordados de tanta beyesitud. ¡Una monada!
Coro de impresiones ¡casi en trance! de los alumnos de la Maestría en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas UNDAV en CIA después de zambullirnos en el mundo Chiachio&Giannone.
Pespunte que descuece el canon 
Traición a la naturaleza, antinomias de artificios y teatralidad, desmesuras floridas en las que emergen todos los géneros y todas las especies. Lo doméstico y lo salvaje fundidos en la extravagancia me dan gracia. Entre el follaje veteado busco al salchicha camuflado. Sé que está, no puede no estar y cuando lo descubro toda solemnidad fracasa. Autoparodias desmesuradas me habilitan el ingreso a sus intimidades navideñas en tanto que prolijas taxonomías de colores en hebras y reveses de tramas domestican cualquier posibilidad de genialidad ex nihilo. Monobordado es demasiado para ser tomado en serio: ¡A celebrar!
...
A la Sagrada Familia se la de(s)borda desde adentro. Punto cruz: nace un perrito; punto atrás: pululan los chongos. El punto se llama neobarroso y lo ejecutan los bordadores del rey travestidos de alegres mariposas hasta que sacan sus tijeras y cortan con ferocidad los hilos de la trama burguesa.
...
Chiachio y Giannone no pueden hablar de su obra sin hablar del tiempo. Y realmente asombra saber cuánto llevan sus obras. Sin embargo, más allá de la cuestión cuantitativa, a mí me sorprendió el valor que le dan al tiempo como elemento en su bordado: es condición para la sinergia necesaria de un trabajo comunal.
A su vez ellos relatan que en pos de reducir esos tiempos buscan innovar en nuevas técnicas: por ejemplo, empezaron a estampar sus propias telas. Sin embargo, al poner en funcionamiento el nuevo proceso emergen cuestiones que vuelven a ralentizar y sostener ese tiempo que en el mundo contemporáneo parece infinito. Es la obra la que exige ese tiempo, y ellos lo saben; y aunque permanentemente se cuestionen buscando nuevas formas, la exigencia de cronos siempre se impone.
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El tiempo que se despliega en lo cotidiano con su sometedora vertiginosidad encuentra un escudo de resistencia en Monobordado. Un primer contacto con su obra nos desarma. Cae a pedazos nuestra estructura temporal. El conjuro es poderoso: es la Eternidad, o algo muy parecido. Es esa la asociación. Un no tiempo o un tiempo otro que nos convoca, que hace que nos deslicemos sobre una superficie de texturas y mundos impensados. Emociona. Las incontables horas de la labor están allí, todas. To – das – e - sas – ho - ras en las que se ve a los protagonistas de la obra, pero también a los hacedores, en una multiplicidad de espejos al infinito. Manos, colores, texturas, olores. Pero sobre todo ¡manos! Manos con las que se piensa, según ya sabemos: el pensamiento como un oficio de manos. Y en este caso son cuatro. Entonces la obra deviene tal por la gracia de una acción en comunidad con otro. La individualidad de lo que se hace se pierde en ese mar en el que me sumerjo. Pero ya no es el sentimiento oceánico, es la experiencia de enlazar–enlazarse dando vida. A “cuatro manos”, que podrían ser muchas más, en una experiencia orgiástica de creación.
Y no quiero olvidar el humor. La burla. La sonrisa de costado cargada de sospecha. Aparece por doquier. Hace bien e inquiere a la vez. No podría imaginar un gesto anticapitalista más contundente. Aparece entonces la palabra Resistencia. Esa, tan cara a nuestros días…. Así, “a cuatro manos”…
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Ch&Ch (Chacho y Chanone) aporta mucho para entender el lugar del concepto en el arte. Por lo menos a mí me ayudó a afianzar esta sospecha: de cuando el pensamiento se destila del comportamiento. Ellos viven, hacen lo que les da satisfacción, proyectan su deseo -supongo que también estudiarán y se formularán preguntas específicas-, pero es su forma de ser la que genera pensamiento. La obra no cumple con la idea. El concepto es como una nervadura de la obra y por eso es denso, simple, paradójico y… fuera de tiempo. Tiene todo…y a la vez no alcanza… ¡Obvio y por suerte! Así pueden existir otros artistas (yo, nosotros, por ejemplo).
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Éxito de crítica y taquilla. Dijo el público al salir de la obra: ¡Una muestra sumamente vital! Me recordó a Batato Barea y a Alejandro Urdampilleta de finales de los 80. ¡El mismo desparpajo, claro que mucho más prolijos, ordenados y limpitos!
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Mientras desde el fondo se escuchaba un socarrón y orillero: ¡Pespunte nomás, que descuece el canon!
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María Cristina Ares, Celina Campello, Claudia Carbonell, Daniel Oscar de Gregorio, Alejandra González, Juane Odriozola, Silvia Pritz.

Perfil. Cultura.       

Entre el concepto y el ornamento

Explorando como un mismo autor las posibilidades expresivas del bordado, la pintura y la cerámica, Leonardo Chiachio y Daniel Giannone desnudan con “Monobordado” el peligroso diálogo entre arte y vida. ¿Capricho? ¿Costumbrismo? La muestra puede visitarse en Pasaje 17 Arte Contemporáneo.

Por Laura Isola.  14 - Mayo - 2016

Mientras el chiste funcionó con Ortega y Gasset, como dos señores españoles que pensaron algo sobre, por ejemplo, la manera de ser de los argentinos, con Chiachio y Giannone, la cosa es distinta. Son Leo Chiachio y Daniel Giannone pero a fuerza de trabajar juntos, explorando hasta los límites más deliciosos el bordado, la pintura y la cerámica, casi que son uno mismo. Sobre este pequeño equívoco, Chiachio & Giannone y Leo Daniel Chiachio Giannone, dos de las maneras que tienen para presentarse como marca y como continuidad de nombres, han construido algo más que un dúo artístico.
La muestra Monobordado que están presentando en Pasaje 17, la galería de arte de la Asociación del Personal de los Organismos de Control, hace sentido con estas ideas sobre la forma de entreverarse de ellos. Por un lado, Monobordado que reúne piezas que enhebran ésas, algunas pocas, obsesiones que dicen tener: la familia que componen con su matrimonio igualitario y sus mascotas (dos perros salchichas y un gato), la naturaleza en un paisaje exuberante con monos y plantas y la autorrepresentación, según pasan los años. Los doce que hace que están juntos cumpliendo, de una manera inusitada, una de las ideas de la vanguardia: reunir arte y vida.
Por el otro, un monobordado, una artesanía única de ideas de colores y formas que se pintan con hilos, pero que está hecha a cuatro manos. Lo uno y lo múltiple en esa dislocación y juego con las texturas, los temas y el desplazamiento de los nombres. También hay monos, pero eso es demasiado fácil. Las obras que se exhiben, en cambio, participan de un ámbito que puede empezar ahí, en lo seductor de los colores, la precisión de su hechura, lo decorativo, para decirlo de una vez. A su vez, alcanza niveles de complejidad. Hay que tirar del hilo para que afloren las citas explícitas o encubiertas a una tradición artística: desde Henri Rousseau y Sonia Delauney hasta Gumier Maier y Marcelo Pombo.
Entrelazados en los puntos, cruz, atrás y cadena, sobre telas compradas en tiendas de Once y el Castro de San Francisco, sábanas y aguayos entregados como ofrendas, el tiempo es un protagonista notable de este quehacer. Porque se nota en las composiciones: el tiempo que se tarda en punto tras punto, hebra tras hebra de color que se estampa en las grandes dimensiones de los cuadros tapices que cuelgan de la sala. Ahí está todo el devenir atrapado de una serie infinita de segundos, que son minutos, días, semanas, años. Porque está el tiempo que pasa. En los cuerpos retratados de ellos mismos. En la melena que se ha ido y la barba que está entrecana. Para esos pelos hay nuevos hilos y así sucesivamente se van reinventando en nuevos personajes de esta personal autoficción.
Esa que los enreda entre el bordado que es el arte y la vida, la familia homoparental y sus mascotas hijos. Que los ha juntado tanto en las horas de trabajo y en los viajes. Hablar con uno es hacerlo, también, con el otro. Me gusta perderme en ellos y en lo que hacen, como si fuera lo mismo. Dejarme llevar por las selvas y los muchachos musculosos con jeans ajustadísimos y gorros de Papa Noel. Dejar que los adornos que cuelgan, las pelotas de trapo y los peluches decoren el mundo, mi mundo, y lo embellezcan. Que no es otra cosa que volverlo más bueno. Perderse,
ese es el punto. Mezclarse y repetir como un mantra, como un juego infantil, como una plegaria: LeoDanielChiachioGiannone
.
Chiachio & Giannone "Selva enjoyada"


Soy.  Página 12. 
Viernes, 13 de Mayo 2016
"Borden en el borde"
Por María Moreno. 
En su libro El artesano Richard Sennet invita a no separar el Animal laborans y el Homo faber. Cuando lo apuraban antes de escribir el libro lanzó la consigna “Pensar es hacer”. Su hipótesis es que hasta las habilidades más abstractas empiezan como prácticas corporales mientras que la comprensión técnica se desarrolla a través del poder de la imaginación. Para él la línea entre práctica y teoría, técnica y expresión, artesano y artista es falsa. La obra de dos artistas que son uno –Leo Chiachio y Daniel Giannone– podría lustrar ese libro.
La muestra Monobordado sigue la onda de otras como Bordatón (2012) o Rohayhu (2009) pero con nuevos experimentos mentales-manuales. Los mismos autorretratos descarados de ellos haciendo de indios, de chinos, de bomberos, duplicando a Miriam junto a la canasta con Moisés, jugando a Panda y Conejo. Los puntos cada vez más complejos, las técnicas tomadas prestadas a los pueblos del mundo, más revueltas, como si hubieran recibido el aliento de San Sebastián y a los objetos punzantes clavados en su cuerpo se hubieran vuelto agujas para bordar en clave gay.

La familia degenerada

Tiene razón la derecha, los degenerados no se contentan con “hacer sus cosas”: se reproducen y en lo que engendran hay algo de la animalidad de sus pulsiones. Un hombre + un hombre = dos salchichas. Esta fórmula sólo puede ser artística, puesto que tiene la misma lógica que la de Laurie Anderson cuando pregunta “¿qué es más macho? ¿pineapple o knife?”. La familia artística Chiachio-Giannone no respeta la biología, ni la diferencia de especies, ni hay padres e hijos sino concubinato afectivo. El retrato del perro Piolín, una especie de Eduardo Constantini de los mamíferos considerados inferiores ya que tiene un museo propio –el Mupi– gracias a la intervención de cien artistas que han reproducido su imagen más de lo que los gorilas reprochan a Perón haber reproducido la suya , ahora comparte regalos y ofrendas con el de su consorte: Chicha Bettina. Pero ante todo la moral: Gianone lanza un chillido cuando se le sugiere que son hermanos aunque termine reconociendo la paternidad en nombre de los dos de “La dorado”.

–No te olvides de escribir “La dorado”, no “La Dorada”. Es la hija trans de Piolín y Chicha Bettina, la hija trans de la década ganada.

Y la pretensión de imponer el tabú del incesto a Piolín y Chicha Bettina no es la única práctica conservadora de Chiachio- Giannone: ni siquiera se molestan en alejarse del hogar para hacer su muestra: Galería pasaje 17 les queda a un tramo de escalera. Y él sigue pesando el concepto “boda” –a Daniel Giannone y Leo Chiachio los une el matrimonio igualitario–: las tamari balls que ahora incorporan no sólo se usan en la tradición japonesa como adornos de Año Nuevo sino que son un amuleto que las madres entregan a las hijas para su futuro matrimonial. Si algunas vez el dúo expuso peluches, en esta muestra de obras inéditas el único peluche es un ser de especie indeterminada, despojo blando vuelto estatuario por unas capas de barbotina que yace suspendido del techo en la entrada con ataduras de cuero S/M.

–Podría ser un peluche de Pablo Pérez.

Más bien parece un “trabajo” de vudú para que sólo entren a la sala desprejuiciados y curiosos. Por supuesto, todo esto que escribo es una joda amigable.

Colonialismo y color

Entre el horror al vacío –sobrebordado, salto al 3d, ocupación de las telas hasta no dejar ni un milímetro visible, donación de pantalones viejos propios– y la apropiación de telas industriales y otras técnicas como la del estampado manual por serigrafía; la intención política deja al descubierto el origen del material: mercados populares de Latinoamérica, artesanías de sus altares y fiestas, destrezas en puntos y tejidos. Ariel Schettini escribe en el prólogo del libro catálogo sobre una sobreimposición de un contenido latinoamericano sobre imágenes “que no son sino una apropiación de una cierta tradición regional que está incesantemente en estado de conflicto consigo misma. Por un lado un conflicto colonial entre lo de acá y lo de allá, que hace de la imagen de estas ‘locas’, unas coyitas exóticas para el turismo que busca lo ‘auténtico’; y por otro lado la inmediata actitud frente al imperialismo mercantil que toma ese gesto para interiorizarlo y ponerlo en el lugar de lo secundario, lo tardío, de lo que llega siempre tarde a la modernidad. Y por eso es auténtico: son honestos, porque son periféricos, subalternos y trabajan desde el lugar secundario desde donde trabaja, por ejemplo, la mujer”. El valor “trabajo” se convierte en enseñanza: Monobordado incluye ahora los planes de obra: “proyectos” hechos con grafito, tweed de Hermes, borlas y pompones sobre papel, obras de revés con su ordenada maraña de hilos cruzados. Entre los moldes de la revista Labores y la pieza autónoma: ningún “boceto”, “croquis”, “apunte”.
"Chiachio & Giannone" por Pompi Gutnisky

Leedor.

Monobordado: Chiachio & Giannone nos invitan a bailar un vibrante twist gay.

Arte OnLine 

Nota publicada online.  Lunes 9 de mayo, 2016





Chiachio & Giannone en Pasaje 17
Monobordado
por Delfina Helguera
El dúo de artistas exhiben una selección de obras que produjeron entre los años 2013 y 2015 en Pasaje 17, un espacio de exhibición de arte contemporáneo que pertenece a APOC (Asociación del Personal de los Organismos de control) 
Pasaje 17 es un espacio de exhibición de arte contemporáneo que pertenece a APOC (Asociación del Personal de los Organismos de control) sobre la calle Bartolomé Mitre muy cerca del Congreso y a metros de la Iglesia de la Piedad, en donde la ciudad se convierte en un caos de tránsito. El pasaje de la Piedad queda justo al lado, es un remanso inesperado en donde viven el dúo de artistas formado por Leo Chiachio y Daniel Giannone que ahora exhiben una selección de obras que produjeron entre los años 2013 y 2015. Desde adentro el gran ventanal muestra el frenesí de la calle, pasan unos manifestantes, suenan las bocinas y sigue entrando gente a ver la exhibición.
La idea central de la exhibición es mostrar el trabajo en sí, recuperar la idea del trabajo manual, lo que lleva tiempo y se hace con las manos y lo hacen a través del bordado. Ellos se definen pintores, pintores que les interesa traducir al bordado el lenguaje pictórico.
En los trabajos de Chiachio & Giannone hay una serie de cuestiones a tener en cuenta: el trabajo es totalmente conjunto, no hay espacios para diferenciar quién hace qué; la técnica es de un dominio increíble del bordado en piezas que no se pueden categorizar porque también tienen estampas y otras técnicas y por último, las obras son todas autorreferenciales.
Recorremos el espacio y vemos autorretratos, pero son los retratos de una familia:  ellos y Piolín, el perro salchicha que nos mira desde los brazos de Daniel o Leo, o sentado en una silla que parece un trono. Un retrato de la familia típica occidental que nada tiene de típico, y a los que ahora se unieron la perra Chicha y la Dorado que es la hija de ambos y Doménico, el gato gris. A las mascotas les dedicaron un altarcito a modo de agradecimiento en donde hay regalos envueltos con moños y las bombitas de luz son de crochet.
Chiachio & Giannone: "El Regalo"
La mejor definición la dan ellos: “Somos medio barrocos” y ¡vaya si lo son! En la utilización de ciertos recursos como el exceso, el miedo al vacío y, por supuesto, el uso del ornamento. La elección de la técnica no es casual, desde siempre la división entre las bellas artes y las artes aplicadas o decorativas dejaron a estas últimas en una situación de inferioridad, y ellos prefieren pertenecer a “la clase b del arte contemporáneo” en sus propias palabras, en donde el camino es más escarpado y los desafíos son mayores porque rompen paradigmas muy instalados.
El tapiz central está inspirado en una experiencia que tuvieron al ver una exhibición de empapelados del siglo XVIII en el Petit Palais en Paris, y deciden entonces bordar un tapiz en la tradición europea, algo que lleva tiempo, mucho tiempo y que al final se llamará “Selva blanca” y es presentada en la última Bienal Textil de Holanda en el  2015. El tapiz sintetiza su manera de trabajar: los elementos exóticos que incorporan y relacionan en el plano, el autorretrato familiar aunque ellos sean monos que juegan en lianas y Piolín esté en el centro, y aquello que les llama la atención con un enfasis en lo popular latinoamericano. Tampoco faltan las referencias a la historia del arte, sobre todo el homenaje a Sonia Delaunay en bordados geométricos que se mezclan con papagayos y hojas selváticas. Esta mezcla caprichosa que al final resulta y  encandila con un repertorio de lo más variado. Exhiben también otro tapiz, “Selva enjoyada” en donde han estampado sus propias imágenes y bordado sobre ellas creando capas visuales superpuestas, en un juego de improvisación constante. En ambos casos hay pequeñas obras que apoyan y se derraman en el piso como una ofrenda jugando con esas tradiciones de la imaginería popular.
El resto de las obras exhibidas son una síntesis de lo que han venido trabajando en estos últimos años, la obra terminada pero también el proceso. Están los diagramas de las obras con los hilos y las referencias que son la memoria de cada obra, la fotografía de registro en donde vemos el reverso de la obra, los dibujos en donde el visitante puede darse cuenta del proceso de producción. Hay solamente una pieza que pertenece a una serie en donde trabajaron la porcelana en una residencia en la provincia de Santa Fe. Es el peluche de Piolín que cuelga en una hamaca, fruto de sus experimentos con los hornos de la fábrica Verbano, en donde el peluche era sumergido en la mezcla para la porcelana y luego introducido en el horno a altísima temperatura.
“Nosotros somos los mismos y también somos otros, como también nuestros temas” esos mismos intereses que se repiten en el transcurrir del tiempo dan nombre a la exposición “Monobordado”. La muestra se enriquece con un libro dedicado a los artistas editado por Pasaje 17 en un formato ideal para poder leerlo en cualquier lado.

90 + 10.   9 Mayo 2016

El "Monobordado" de Chiachio & Giannone. 

Las puntadas del colectivo artístico Chiachio & Giannone se exhiben en la muestra “Monobordado”, en la Galería Pasaje 17 (Bartolomé Mitre 1559, CABA).

Texto: Fabián Trigo @FabianTrigo, director creativo de Latido (*)

Todo lo que hubiera querido decir, ya lo dijo certeramente (antes y mejor) Ariel Schettini en el merecido libro “Monobordado” de Chiachio & Giannone, abundante en textos e imágenes, por lo que sugiero dejar de leer y correr a buscar un libro:
En la práctica misma de dos artistas que llevan a cabo una tarea de colaboración, aparece la posibilidad de la despersonalización, de la deriva de la individualidad y de la pérdida de la identidad”.
Chiachio & Giannone: "Payé en el Pompidou"
De todos modos, inspirado por ese párrafo, vamos a ensayar algo: los artistas están signados por el estigma de alcanzar su propia voz, más poderosa que su nombre, más significante que el signo de su firma.
En el caso de “Chiachio y Giannone, y Chiachio y Giannone otra vez”, como me gusta llamarlos, este estigma es superado por el disfrute de acompasarse en la voz del otro; pareja fundida en el fuego del arte y el amor. Ese acto de total autenticidad, el de alcanzar la voz propia, deviene en acto mayor, de generosidad, cuando se cede la palabra a otro. Y de reciprocidad, cuando se habla con la voz del otro. Hablar con la voz propia y la voz del otro, bello dueto de intercambios.
                                                                   Chiachio & Giannone: "Payé en el Pompidou"
Así, dos individuos amalgamados. No es posible (casi) individualizarlos -Chiachio- , – Giannone-, pero sí, individuarlos como un ser único: “Chiachio y Giannone”.
Siguiendo (torpe y erráticamente) a Carl Jung, “Individuación significa llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos nuestra peculiaridad más interna, última e incomparable, llegar a ser uno Mismo. Por ello, se podría traducir individuación también por mismación o autorrealización”.
Cada uno entre sí -por un lado Chiachio, y por otro Giannone- se realizan en conjunto cuando se reúnen y entrelazan. Algo así como el pensamiento que tanto me gusta de Baruch de Spinoza “uno se completa en el otro“, no porque uno esté incompleto, sino porque uno es en función de un otro. En esta singularidad de este colectivo artístico, todo eso está nutrido de un chiachioygiannonefismo, que es hacia donde va la obra y desde donde proviene su arte.
Son retratos narrativos de un imaginario a veces cotidiano o doméstico, a veces más onírico en tanto escenas superpuestas; una cosmovisión que sucede en una suerte de palimpsesto (manuscrito en el que se ha borrado el texto primitivo para volver a escribir un nuevo texto) bordado, sin solución de continuidad sobre telas, mantas, pañuelos y otra superficies encontradas, compradas, adquiridas. Particularmente, la noción de un territorio latinoamericano entrelazado con la cultura gay y objetos de consumo que constituyen un paisaje propio, un paraíso de ensoñación y también urbano.
Lo que más atractivo me resulta del arte de ChyG es la constancia, la perseverancia, el trabajo incansable, puntada tras puntada sostenida en el tiempo: la constitución de un infinito al que acuden todas las criaturas del mundo.
“No se debe representar la naturaleza sino realizarla”, Cezanne.+

(*) LATIDO nuclea proyectos visuales contemporáneos argentinos, realiza exhibiciones de arte y diseño, y promueve libros y objetos de autor, así como productos de diseño. Fabián Trigo es su director creativo.
Arte exquisito en punto cadena
Bordados de Chiachio & Giannone.

En obras hechas con hilo y aguja se cruza lo doméstico con la naturaleza y la historia del arte.
por Laura Haimovichi.
Diario Clarin.  9-05-2016

"Tienen manos de hadas", les dice la señora de acento extranjero que acaba de ver la muestra. Daniel Giannone y Leo Chiachio agradecen el elogio por el trabajo que ahora culmina en la muestra Monobordados, palabras con calor que contrarresta el frío invernal que se ha anticipado. Es verdad que tantos hilos, lanas y paños colgados en la galería Pasaje 17 (el espacio de arte contemporáneo de la Obra Social del Personal del Organismos de control externo) producen un filtro respecto de la sensación térmica glacial que domina el exterior, tanto como la calidez con la que atiende esta pareja que se eligió en el arte y para la vida. Pero sus manos rudas y a un tiempo delicadas no son las de los personajes mágicos de la Bella Aurora Durmiente, cercanos a las agujas y ruecas.
Hace ya más de diez años que crean juntos con el bordado como técnica principal, aunque no es la única. El dibujo, la porcelana, la pintura también forman parte de sus medios expresivos. Pero lo que ahora se ve por primera vez en Buenos Aires, y tiene un catálogo que parece un libro de arte, son bordados, puntos cadena, cruz, pespunte, mosca, persa, festón sobre distintos tipos de paños, un universo textil que cruza lo doméstico con la naturaleza y la historia del arte (sobre todo, aquello que más les interesa: Henri Rousseau, Frida Kahlo, los maestros grabadores japoneses).
Ellos dicen que pintan con hilos y aguja y algo de eso hay porque es evidente que en sus labores impera una formación en diversas artes visuales y el estallido de color obedece a un trabajo muy estudiado en el campo de la luz. Nada es al azar, todo está muy pensado en cada uno de los trabajos manuales en los que suelen repetir sus autorretratos más las figuras de Piolín y Chicha, sus mascotas adoradas. Pero también están los sabios monos de Oriente, bellos cuerpos masculinos a los que han vestido como en los antiguos juegos de muñecas y que vinieron impresos en una tela que los deslumbró en San Francisco, paisajes tropicales desbordantes y desbordados de frondosas hebras, policromías y degradés.
La primer obra compartida fue Hechizos-allá por 2003 en Estudio Abierto de Harrods-que versaba sobre el amor y en la que combinaron pintura, bordado y sapitos de plástico sobre un colchón rescatado de un telo. Eran artistas emergentes entonces. Hoy sus obras se pueden admirar en museos y salas de los Estados Unidos, Holanda, París, donde preparan una nueva exposición este año.
Chiachio y Giannone trabajancon un arte que siempre transitó lafrontera, que no se escribe con mayúsculas, pero no es para nada menor. Tienen paciencia y silencio, horas y horas de usar agujas y bastidores, también de gimnasio para no quedar doblados y mantenerse en buen estado físico porque las labores lo requieren.
Giannone es cordobés y nació en 1969. Chiachio es de Banfield, Buenos Aires y nació en 1964. Se conocieron en una fiesta y descubrieron que el bordado era un tema común: Daniel había aprendido en el colegio de monjas esa técnica tan asociada al hogar y lo femenino; Leo, entre los costureros de las mujeres de su casa. Y lo que les salió, casi con naturalidad, fue subvertir esa actividad destinada por la tradición al espacio de la sumisión, buscando convertirlaen un arte emancipado.
Hay días en que bordan 8, 12, 14 y hasta 17 horas perdiéndose entre los algodones, el rayón, los hilos mouliné. Dicen que lo eligen. Como estar dos años laboriosamente con un mismo tapiz de 5 por 3 metros, fundar altares seculares o móviles con bolas de trapo bordadas intervenidas. O viajar y es entonces cuando se inspiran, planean, dan las puntadas estratégicas para luego alumbrar una obra singular, que no se parece a ninguna otra y que incluye el programa de su trama en forma de bocetos dibujados.

lunes, junio 20, 2016

  • Revista Ñ - Diario Clarin-   ARTE
  • 03/05/16

Bordados que muestran el revés de la trama

Arte textil. Leo Chiachio y Daniel Giannone muestran en Pasaje 17 obras nunca exhibidas en Buenos Aires y que desmienten su aparente ingenuidad.

POR JULIA VILLARO


Chiachio & Giannone:  " Selva blanca". 

Nuevas –viejas– agujas para marcar el tiempo. En las obras conjuntas que desde hace más de quince años Leo Chiachio y Daniel Giannone construyen, el tiempo cronológico se disuelve. Y si detrás de cada puntada sobre la tela los artistas ingresan en un estado cuasi meditativo (“un mantra”, según sus palabras), también a los espectadores nos deparan sus obras una suerte de abolición de la lógica de los relojes, la sensación de estar frente a algo en lo que podríamos extraviarnos un buen rato: una selva frondosa y húmeda hecha de materiales secos, algodón y rayón bordados a mano sobre una sábana en desuso.
No son piezas fáciles las que estos artistas confeccionan: múltiples tramas se configuran debajo de aquellas que dan vida a sus imágenes. La de los artistas que hicieron huella autoral de la “falta de huella” que el bordado implica; la de los plásticos que, cambiando los pinceles por las agujas, abandonaron el buen sendero de “las bellas artes” para recuperar un oficio decorativo y olvidado; la de los hombres que hacen suya una actividad relegada por siglos al universo de lo femenino y lo doméstico.
Formados ambos en pintura, en sus obras se advierte la sensibilidad plástica y pictórica que da vida a las telas. Cada flor bordada guarda tenues virajes en sus tonalidades, cada hoja ha sido hecha con un punto diferente, que se corresponde con el tipo de color y textura que buscaron lograr. Es en ese amor por el detalle minucioso que sus obras cautivan con más fuerza, nos abstraen del tiempo y del espacio, nos invitan a estar cerca, a querer pasar la mano por los hilos; nos recuerdan que aún puede haber rugosidades en la era táctil de las no texturas, que puede haber todavía belleza en los objetos del mundo (y del arte).
Ambos, decíamos, provenientes del campo de la pintura, la decisión de bordar vino buscando una forma de hacer juntos una obra en la que no emerjan de forma clara las individualidades. A partir de entonces fueron uno frente al mundo del arte. Un “uno” en el que, sin embargo, no dejan de proyectarse múltiples posibilidades de lo colectivo. En primer lugar la pareja, puesto que la mayoría de sus obras son autorretratos –como el que es parte de esta muestra y se reproduce en esta página, Heart Braker – en los que ellos aparecen más o menos camuflados o distinguibles, más o menos cercanos a lo que el protocolo de los retratos ha indicado como típico a lo largo de la historia del arte. Pero también la familia, tanto la inmediata (la presencia de los perros que la pareja tiene como mascotas) como la “mediata”, aquella familia simbólica, el linaje de referentes con los que todos los artistas –consciente o inconscientemente– traban algún tipo de conexión.
En el caso de Chiahio & Giannone dicha familia oscila entre la presencia de manifestaciones artísticas completamente ligadas a la esfera de lo cotidiano y anónimo (los bordados guatemaltecos, las guirnaldas hechas de esas pequeñas y pesadas pelotas de tela –kimekomi– que los japoneses suelen confeccionar para las fiestas), y las alusiones más o menos directas a referentes de la historia del arte, como Sonia Delunay, Henri Rousseau, incluso Frida Kahlo.
Y no es casual, en este punto, que sus elegidos sean, un poco como ellos mismos, artistas a contrapelo de la historia, mujeres fagocitadas por el éxito de sus hombres, hombres sin éxito entre sus contemporáneos pero que sin embargo cifraron ante el mundo un modo de decir.
Las obras que pueden verse desde hace días en la galería Pasaje 17 fueron hechas en estos últimos dos años y es la primera vez que se muestran en Buenos Aires. Junto a ellas pueden verse los dibujos en los que –previamente y en paralelo con el bordado– los artistas conciben y organizan cada imagen. Son una suerte de bocetos de una programática tan precisa que funcionan también como obra en sí misma. Son, según dicen ellos mismos, “la memoria del bordado”. La intención de mostrarlos es dar cuenta de que los trabajos son procesos en los que confluyen o, mejor aún, decantan múltiples intereses, preocupaciones, situaciones. Tramas que acompañan –borrando o enfatizando, como ellos mismos sobre sus telas– las tramas que trae la vida: la impresión que deja una imagen vista durante un viaje a Francia; la llegada azarosa hasta sus manos de un costurero heredado, con hilos que hace cincuenta años que ya no se fabrican; el ajuste de las dimensiones de una obra al bolso de mano que llevarán en el avión; el bordado matando (o dando vida) a las horas entre vuelo y vuelo en un aeropuerto.
Pero, más allá de la preciosidad de los detalles, hay algo que sobrevuela estas obras y las hace, finalmente, ser lo que son. Algo del orden del extrañamiento, algo que tiene que ver con la posibilidad e imposibilidad de ver: la noción de que es prácticamente imposible absorber cada mínimo detalle de estas telas se homologa con una aparente ingenuidad que no lo es en absoluto, porque Chiachio & Giannone no dan puntada sin hilo.
Entonces la extrañeza, la ironía, lo siniestro en tanto revés de la trama. Las porcelanas hechas a partir de peluches como evocación de un juguete mediante su doble vacío y frío, cuya propia fragilidad lo confina a la imposibilidad de cualquier juego. La evocación trastocada de imágenes populares e incluso kitsch –la Navidad, las sábanas ilustradas industrialmente– que ellos intervienen y tergiversan hilo en mano. La exacerbación de la cultura del yo mediante una labor que la desdice por completo; la reivindicación, en una era en que la familia se desdibuja, de un nuevo tipo de familia como valor. En definitiva, una polifonía calibrada con la agudeza de una aguja para cuestionar todas las categorías, o como dice en el catálogo de la muestra Ariel Schettini: “Una obra que desde sus materiales, desde su técnica y desde su oficio trama una política visual”.
FICHA
Chiachio & Giannone
Monobordado
Lugar: Pasaje 17, Bartolomé Mitre 1559
Fecha: hasta el 9 de junio
Horario: lunes a viernes de 11 a 19
Entrada: gratis